por el Maestro Chan Sheng Yen
En los libros del Maestro Sheng Yen que han sido traducidos al inglés, tenemos amplios escritos sobre el tema de la práctica del huatou, más especialmente Aplastando la gran duda, pero no mucho sobre gong-ans. Nuestro linaje Dharma Drum no tiene una estructura formal para asignar a los estudiantes el trabajo a través de una serie de gong-ans; utilizándolos como una estructura y un curriculum progresivo de práctica sólo puede fecharse en el Zen japonés de los siglos 17 y 18. Como métodos de práctica, el Maestro Sheng Yen prefería el más sucinto huatou, a las largas historias de los gong-ans. Cómo método de enseñanza, no obstante, sí comentó sobre las historias clásicas en sus charlas sobre el Dharma para ilustrar diferentes puntos y escribió al menos dos libros en chino sobre este tema. Prefería situaciones de la vida actual como “gong-ans vivos” antes que las historias antiguas.
No Limitado a Las Palabras
Un gong-an (popularmente conocido como koan, cómo se pronuncia en japonés) se refiere a los intercambios, enseñanzas y dichos famosos que fueron comunicados entre maestro y discípulo y posteriormente escritos como casos (una referencia metafórica a un caso en el sistema legal). Estos dichos famosos no están limitados a palabras y al lenguaje, sino que incluyen interacciones silenciosas. El Chan “no está establecido sobre palabras y lenguaje”, así pues los gong-ans pueden incluir una variedad de estilos de comunicación y contenido. Los intercambios en los gong-ans son sólo indicadores de la cuestión de la vida, no responden directamente a nada.
Investigar un gong-an es investigar la historia en su totalidad para adelantar la realización. Una historia es el caso del Maestro Chan Nanquan (748-835) cortando un gato en dos. Un día dos grupos de monjes discutían sobre la propiedad de un gato. Cuando Nanquan volvió al templo presenció esta disputa, así que cogió el gado y dijo: “¡Decid algo sobre esto! Si alguien puede decir algo correcto, la vida de este gato será salvada.” Nadie se atrevió a decir nada. Nanquan cortó el gato en dos. Esa misma noche su discípulo de largo tiempo Zhaozhou (778-897) volvió al monasterio. Cuando se enteró del incidente, cogió sus sandalias, se las puso sobre su cabeza y se fue. Nanquan dijo: “Si hubieras estado aquí, no hubiera sido necesario que el gato muriera.” Alguien que tome este gong-an como método de práctica, investiga el proceso completo subyacente a la historia.
Para alguien que no está familiarizado o no tiene suficiente experiencia con las distintas características del Chan, los gong-ans pueden aparecer como interacciones sin sentido entre personas chaladas. En general estos gong-ans cuyos significados son más obvios son típicamente más superficiales que aquellos cuyos significados son completamente irracionales. De la misma manera hay diferentes niveles de iluminación y esto a menudo se refleja en la interacción entre maestro y discípulo. Los iluminados más profundamente pueden discernir qué gong-ans pertenecen a qué nivel, o discernir múltiples niveles de iluminación incluso en un mismo gong-an.
Un estudiante me preguntó una vez: “¿Puede un discípulo discernir diferentes niveles de iluminación? ¿Puede su maestro o maestra discernir si su discípulo ha progresado o no?” Yo le dije: “Si un discípulo no trabaja duro, no tendrá ningúna sensación en un sentido u otro. No obstante, si ha progresado, entonces podrá clarificar los diferentes estados que él pueda haber alcanzado. Es como comprender la diferencia entre la vida de un soltero y la vida de un hombre casado. Un discípulo debería poder discernir si él o ella ha progresado. Por supuesto, el maestro puede percibirlo. Si no puede discernir las experiencias del discípulo, entonces no es un maestro.
Gong-ans Vivos
En retiros intensos a menudo digo que “un practicante que trabaja duro en el método, pero que no ha pasado la puerta del Chan no sabrá lo que está comiendo o bebiendo, no sentirá la necesidad de dormir y no verá ni oirá nada. Aún así, no habrá atravesado la puerta del Chan. Llamo a este estado “el olvido de la realidad”. Después de haber entrado, recobrará el estado mental normal, pero su sentido del yo, inseguridades, etc. se reducirán.
Hay un gong-an que plantea esta situación: “¿Qué es una monja?” La respuesta dada es “una mujer”. Esto parece una respuesta muy corriente. Si una persona corriente responde de esta manera, no tendría grandes consecuencias. No obstante, si la respuesta proviene de alguien que ha meditado profundamente en el gong-an, esto demuestra su iluminación; aunque esta iluminación en particular no es muy profunda.
A veces un maestro o la vida misma, pueden presentar una situación para ayudar o probar un estudiante. Esto puede ser considerado un gong-an de la vida. Ahora presento un gong-an entre un estudiante y yo mismo. Una vez, después de un periodo de gran perseverancia en un retiro intenso, una discípula penetró por la puerta del Chan. Yo le pregunté: “¿Dónde estás?” Ella respondió: “¡Aquí!” “¿Dónde está sentada?” le dije. “Estoy sentada en una silla.” Aunque su iluminación no era profunda, al menos había pasado la puerta y regresado a un estado mental normal.
Un huatuo, a diferencia de un gong-an, es una frase corta, o incluso una palabra que uno utiliza como método de práctica para cuestionarse a sí mismo para alcanzar la iluminación. Un huatou está a veces conectado con un gong-an, pero no necesariamente. “Hua” significa una palabra hablada; “tou” significa fuente. Cuando se utiliza un huatou, lo que el practicante esencialmente está meditando es “¿qué es?” que se encuentra antes de la palabra hablada. Al principio de la práctica no hay sensación de duda, o sensación de asombro. Si el practicante atiende diligentemente al método de huatou, el sentido de asombro y cuestionamiento aparecerá. Cuando la práctica es profunda, esta sensación de duda se convierte en una gran cantidad de duda. Cuando esto ocurre, nada existe; ni el cuerpo, ni el mundo, ni nada. Sólamente una cosa estará ahí, el cuestionamiento y la gran duda. Si alguien experimenta esta gran duda y su capacidad espiritual es profunda, no importa si un maestro está presente, será capaz de irrumpir en la iluminación. No obstante, alguien con capacidades espirituales poco profundas siempre necesitará un maestro de visión clara para ayudarle. De otra forma, puede inadvertidamente caer en un estado desviado.
Mientras la pregunta sea de gran importancia para el practicante y este practique arduamente, la gran duda aparecerá. No obstante, aquellos con poco compromiso con la práctica y poca curiosidad sobre la cuestión de vida y muerte y del dilema existencial no serán capaces de dar lugar a la duda, o a la mente inquisitiva, sin importar la pregunta que use.
Los antiguos decían, “Gran duda, gran iluminación, pequeña duda, pequeña iluminación, si no hay duda, no hay iluminación.” Así pues, antes de la iluminación debemos eliminar todos los apegos hasta el punto donde “no hay ni una hebra de hilo en sí mismo; estás desnudo y claro.” Incluso si una persona puede alcanzar este estado mental de desnudez, puede todavía haber algo en su mente que no se ha abandonado. Sólo cuando no hay absolutamente nada en nuestra mente, excepto el huatou, sacaremos realmente gran poder del huatou.
[extraído del Chan De Tiyan, Chan De Kaishi (Chan Experience, Chan Discourse), 201-202; 139-140, 143-144, translated by Guo Gu]
[El Mastro Sheng Yen da dos ejemplos de gong-ans vivos de su propio entrenamiento bajo el Maestro Dongchu en el Chung-Hwa Institute of Buddhist Studies]
Interminable cambio de habitaciones.
Me mudé a la más pequeña de las tres habitaciones del instituto.
Después de varios días, cuando me estaba acomodando, Dongchu me dijo que me cambiara a la habitación grande. “Eres un escritor y te gusta leer,” dijo. “Debes tener más espacio para leer y escribir.” Contento cambié todas mis posesiones a la habitación grande. Al día siguiente me dijo: “Tus obstrucciones kármicas son grandes. Me temo que no tengas suficiente karma virtuoso para estar en la habitación grande. Creo que es mejor que te cambies a la habitación pequeña.”
Me puse furioso, acababa de mudarme. Pero cómo era su petición, acepté. Unos días después, vino y me dijo: “¿Sabes que? Deberías cambiar a la habitación grande. Tienes razón, realmente la necesitas para tus libros y para tener espacio para escribir.”
“Maestro, no se preocupe,” dije. “Puedo quedarme en la habitación pequeña. No hay necesidad de cambiar.”
“Es mi orden. Debes cambiar a la habitación grande.” Me miró con su gran cara cuadrada y grave semblante, giró sobre sus talones y se fué con sus andares de general, dejando viento en su estela. Me cambié. No estaba ni medio día cuando Dongchu apareció en mi puerta. “Tienes razón,” dijo. “Es mejor que estés en la habitación pequeña. No necesitas cambiar tus bártulos allí. Sólo vé allí a dormir”.
Pasaron un par de días más y me dijo que me llevara todas mis cosas a la habitación pequeña. Habían muchas cosas que llevar y me tomó mucho tiempo. Unos días después, recibimos un invitado. Tarde, esa noche, Dongchu llamó a mi puerta. “Es mejor para nuestro invitado que duerma en la habitación pequeña. ¿Por qué no te vas a la habitación grande esta noche?”, dijo.
Más tarde me dijo que sería mejor guardar la habitación pequeña abierta para los invitados, así que debería cambiarme a la habitación grande. En ese momento perdí mi paciencia. “¿Por qué sigue pedirme que me cambie de una habitación a otra?,” me quejé. “¡Ya me he cambiado cinco veces! ¡No voy a cambiarme más!”
“Es mi orden”, bramó, una montaña de hombre que había sido uno de los más famosos abads en el continente.” ¡Te pedí que te cambiaras, así que debes cambiar!” Me esfumé y empecé un proceso costoso de cambiar mis posesiones otra vez más. No tuve opción: Esta es la manera cómo son las cosas en la relación maestro-discípulo; el discípulo debe hacer lo que el maestro le pide.
Dongchu continuó diciéndome que me cambiara y pasó por mi pequeña cabeza que esto era parte de mi entrenamiento, así que paré de protestar y simplemente cambié de habitación. En cuanto simplemente actué, sin dudas, protestas o resentimientos, Dongchu me dejó tranquilo.
Buscando Azulejos para la Cocina
Tal vez porque demostré tener paciencia, Dongchu me dejó en paz durante unos meses. Pero entonces un día señaló un lugar en la cocina dónde los azulejos de cerámica se habían caído. “Shen Yen, tienes que arreglar esto”, ordenó. “Ve a la empresa de materiales de construcción y compra exactamente los mismos azulejos y reemplaza las que faltan.”
Perfecto. Esto no parecía ser un trabajo difícil. Siempre se me mandaba hacer este tipo de diligencias menores. Poco me imaginaba la prueba que me esperaba. Fui a la ciudad y compré las que creí que eran los mismos azulejos. Cuando regresé mi maestro dijo: “Ven y mira. Estas no son exactamente iguales. Debes devolverlas y comprar unas idénticas.” Miré atentamente a los azulejos. Realmente, aunque las nuevas que había comprado eran muy parecidas a las viejas, no eran idénticas. No obstante solo se podía observar con una inspección muy meticulosa. ¿Qué diferencia podía haber? Estaba a punto de protestar, pero una mirada a la cara de Dongchu me dijo que cerrara la boca.
Me fui otra vez a la tienda de azulejos. No les gustó verme. Había comprado solo tres azulejos y ahora los estaba devolviendo! No quisieron ayudarme a encontrar los azulejos correctos. Yo sabía que esto no era nada bueno, ¿pero qué podía hacer? Volví con Dongchu.
“Maestro”, le dije: “no encontré los mismos azulejos.”
“¿Por qué no?” preguntó.
“Los empleados de la tienda no quieren buscar por solo tres azulejos.”
“¿Y esto significa que abandonas? Eres un imbécil. Ve a averiguar qué horno hizo estos azulejos.”
Fui a todas las empresas de material de construcción de la ciudad, haciendo la absurda pregunta sobre qué horno había fabricado esas tres obscuras y completamente insignificantes azulejos. Nadie estaba interesado en lo más mínimo. Como era previsible, no llegué a ningún sitio y empecé a sentirme frustrado y lleno de resentimiento y autocompadecimiento.
Finalmente, por un golpe de suerte, me encontré a un trabajador de un horno, y él me dijo que el horno era en el que él trabajaba, aunque no estaba seguro si era el que había cocido mis azulejos. Fui al horno. Subí a la pared dónde habían filas de azulejos, pero no encontré la misma.
Le pregunté al empleado del horno si podía hacerme los azulejos. Él me preguntó cuántas necesitaba y yo le dije tres. “Trabajamos al por mayor,” dijo. “No puedo venderle sólo tres piezas.”
Le pedí: “Por favor ayúdeme. Dongchu ha insistido que encuentre tres piezas de los mismos azulejos que están en la pared de la cocina.”
“Cada lote de azulejos es ligeramente diferente en color,” explicó. “No hay forma que puedas encontrar tres azulejos de idéntico color.” El empleado me habló de otro horno lejos de allí.
“¿Podría encontrar los mismos azulejos allí?” pregunté. “¿Cómo puedo saberlo?”
Me sentí completamente desamparado. Volví con mi maestro, a decirle que el encargo era imposible. Cada lote de azulejos era ligeramente diferente en color,” le expliqué, sin esperanza que esto era el final del asunto.
“Ayer,” dije, “encontré de dónde eran los azulejos.”
“¿Cómo puedo llegar allí?”
“¡Eres realmente un imbécil! Puedes preguntar la dirección camino de la tienda.”
El lugar era muy lejano. Me tomó casi todo el día, pidiendo dinero para el billete de autobús y vagando de pie para encontrar el lugar finalmente. Pregunté por los azulejos. “Hacemos montones de azulejos,” me dijo el encargado. “¿Cómo podemos saber si hicimos estos azulejos? ¿Cuántas quieres?”
“Tres piezas,” dije. Me miraron cómo si estuviera loco. “¿Vienes hasta aquí para tres piezas de azulejos? Estamos demasiado ocupados para venderte tres piezas. Deberías ir a una empresa de material de construcción.” Me fuí sin ningún azulejo. Debían pensar que estaba loco, pensé de vuelta a casa, cuando en realidad era mi maestro el que estaba loco, haciendo esta búsqueda poco razonable. “No me venderían tres piezas,” le dije a Dongchu. “¡Eres un imbécil! Todo lo que tienes que hacer es preguntar qué empresa de material de construcción vende sus productos y comprar los azulejos a esa empresa. Deberías haber preguntado mientras estabas ahí e ir a comprarlas. ¿No hubiera sido más fácil? Y no estaríamos teniendo esta conversación.”
“Sólo son unos loazulejossas,” gemí, demasiado cansado y frustrado para mantener mis sentimientos reprimido más tiempo. Me sentí cómo un niño de treinta años. Fui un oficial en el ejército, por el amor
de dios, un escritor con libros publicados y aquí estaba yo rastreando Taiwán por unos azulejos. “¿Por qué no podemos comprar tres piezas de un color parecido?” Sólo son azulejos de cocina.”
“Perdona,” dijo. “Si pongo estas dos vendas en tus ojos y las dejo para siempre, ¿estará bien?” Le miré y no dije nada. Dongchu ordenó que me fuera a buscar los azulejos. Estuve vagando sin ir a ningún sitio en particular, sintiéndome melancólico por la petición poco razonable de Dongchu. Me preparé para dejar el monasterio.
Cuando volví, fui directamente a mi habitación; estaba frustrado hasta el punto de estar entumecido. Dongchu asomó su cabeza. “¿Dónde has estado todo el día?” preguntó. Rehusé hablar con él. Él se fue de mi habitación y volvió con tres azulejos. “¡Somos muy afortunados!” exclamó. He encontrado tres azulejos que quedaron de la última renovación de la cocina. Se habían quedado en un agujero en la pared.” Me miró y rió. “Ja, ja, ja.” Fue un sonido horrible. “¡Te he engañado otra vez! Eres un monje. ¿Como puedes enfadarte? Te he vuelto a pillar. Es muy divertido. Ja, ja, ja.” Y abandonó la habitación.
Debería estar furioso, pero curiosamente mi frustración desapareció. Me senté en mi habitación cuando se fue, vacío y en paz. Me dí cuenta que no quería dejar a Dongchu. Me dí cuenta que la búsqueda de los azulejos ha sido parte de mi entrenamiento.
Dongchu me leyó como un libro. Respondió a mi cambio interno y al día siguiente fue realmente amable conmigo. Algunas visitas nos trajeron tela de Filipinas.
“Sheng Yen,” dijo. “Has sido un monje durante un tiempo y yo no te he dado mucho. Aquí tienes un regalo de tela para hacerte un hábito.” Hizo que uno de los visitantes me tomara las medidas. Sentí el calor de su amor profundamente. ¿Cómo podía haber pensado en irme? ¿Por qué me había frustrado tanto y me había llenado de resentimiento? Todavía tengo esa tela después de cuarenta años.
[Extraído de Footprints in the Snow (Huellas de la Nieve), Doubleday, 101-102; 108-111]
Título original: “Working with Gong’ans”, publicado en la revista Chan Magazine en primavera de 2023: https://chancenter.org/cmc/wp-content/uploads/2013/03/2013_Spring.pdf