Las Mujeres siendo el Dharma en el Siglo XXI

Por la Venerable Chang Wu

El 8 de Marzo de 2008, la Venerable Chang Wu, representó al Chan Meditation Center en la tercera conferencia de Mujeres Budistas, organizada por el Budhist Council of the Midwest y DePaul University. Lo que sigue es el texto de su charla en la sesión plenaria.

La Venerable Chang Wu es miembro de la Sanga residente en el Chan Meditation Center. Ha sido la responsable de finanzas del Centro desde el año 2003 y es la gerente comercial del Chan Magazine. Ella expresa su agradecimiento al Maestro Sheng Yen, cuyas enseñanzas sobre la compasión ella presenta en esta charla.

Estoy muy feliz de estar aquí y me gustaría agradecer a los organizadores de este evento, el Budhist Council of the Midwest, por preparar esta conferencia e invitarme a la misma.

Creo que lo más importante que las mujeres, o cualquiera, puede hacer en el siglo XXI es cultivar la mente de compasión y actuar de manera compasiva. Compasión es lo que más necesitamos en este mundo. La compasión puede ser una solución efectiva para disolver el odio, el miedo, la desconfianza, la desesperación y el sufrimiento que existe hoy en día.

En las últimas décadas el papel y las responsabilidades de las mujeres en la familia, en el lugar de trabajo y en la sociedad han cambiado mucho. Además de ser esposas y madres, las mujeres han contribuido en sus sociedades de otras maneras activas. Muchas mujeres han realizado logros en trabajos académicos, educacionales, en negocios, en las artes, en las ciencias, en la política, en caridad y trabajos humanitarios. Hoy día, en el siglo XXI, la igualdad de mujeres y hombres ha alcanzado ya el consenso del mundo civilizado. Esta evolución ha llegado como resultado de la conciencia general que las mujeres poseen el mismo derecho de perseguir sus metas en la vida y son capaces de ir más allá de los roles definidos tradicionalmente.

¿Cómo pueden las mujeres encontrar un equilibrio en la vida entre las responsabilidades familiares, el trabajo y las actividades comunitarias y enfrentar los retos y dificultades sin perder fuerza y esperanza? ¿Cómo pueden las mujeres evitar caer en la desesperación cuando se tropieza con desastres o pierden sus seres queridos? ¿Serán capaces de liberarse del odio y el resentimiento hacia las personas que les han causado daño o que les han tratado injustamente? ¿Còmo pueden las mujeres cultivar la paz mental y no ser arrastradas por las emociones y los pensamientos negativos? ¿Cómo pueden vivir las mujeres felices y alegres?

En muchas culturas, las mujeres simbolizan la compasión o el amor incondicional. Las madres en la sociedad china siempre se las representa como seres compasivos. En el Budismo, el Bodhisattva Avalokitesvara es percibido como la encarnación de la compasión; así pues, el Bodhisattva Avalokitesvara, habitualmente, toma la forma de una mujer. Las mujeres en general tienen una naturaleza amorosa y bondadosa. Muchos de nosotros hemos recibido amor profundo de nuestras madres, abuelas o tías. Estas mujeres fueron un ejemplo de compasión hacia nosotros, a medida que crecíamos.

Compasión, o amor incondicional, tiene diferentes ámbitos y diferentes niveles. Compasión en un nivel inferior representa el amor corriente, el amor hacia nosotros mismos o la familia más cercana, parientes, amigos y nuestra comunidad inmediata. Cuando amamos a estas personas de manera incondicional, sin esperar recibir nada de ellos, entonces esto es compasión. Si esperamos recibir algo a cambio de nuestro amor, si por ejemplo dos adultos se aman mutuamente porque quieren que el otro le ame en reciprocidad, entonces esto no es compasión. es una inversión. Uno invierte porque desea recibir algo a cambio. Compasión en el primer nivel es el amor incondicional por aquellos a nuestro alrededor.

Compasión en el segundo nivel, es el amor que uno tiene por todas las personas en el mundo. Este tipo incondicional de amor hacia todos los seres es a menudo expresado por grandes religiosos o líderes políticos que son capaces de extender su compasión a otros más allá de su nacionalidad, etnia, raza o fé. También existen líderes que sólo aman a aquellos de su propio grupo; esta no es compasión del segundo nivel. En el tercer nivel o más elevado nivel de compasión, no se tiene un objeto hacia el que dirigir nuestro amor, ni un propósito u objetivo que llevar a cabo. En nuestra mente, no hay noción de compasión, ni una persona específica que necesita ser amada o ayudada. Uno ofrece ayuda, donde y cuando es necesaria. Uno hace lo mejor que puede, dentro de nuestras posibilidades, para ayudar la persona necesitada. Cuando la necesidad ha sido satisfecha, no queda traza en nuestra mente. Esto se equipara a un bote atravesando una masa de agua, o a un pájaro volando en el espacio; no hay traza dejada detrás de la estela del barco, ni ninguna traza dejada detrás por el pájaro. Así pues alguien realizando la compasión en este nivel no tiene noción del dador, del receptor, o del acto compasivo. Aún así, esta compasión es eterna e infinita.

Nosotras, mujeres nacidas con una naturaleza de madre amorosa, podemos encontrar la práctica de la mente compasiva de alguna manera familiar y natural.

Para cultivar la compasión, uno empieza amándose a sí mismo de una manera correcta y apropiada y amarse a sí mismo empieza por comprenderse a sí mismo. Uno mira internamente de manera profunda para conocer nuestros propios sentimientos, emociones y pensamientos y empezamos a saber quién es realmente uno mismo y por qué actuamos de cierta manera con ciertas personas. A través de este viaje de autocomprensión, aprendemos cómo alimentarnos de manera adecuada y con amor. Este es un largo proceso y se recorre gradualmente.

De manera similar, con observación profunda y escucha profunda abrimos nuestros corazones y nuestras mentes para comprender a otras personas y aceptarlas como quienes son. Comprender a los demás y sus sufrimientos conlleva compasión. Practicando contínuamente de esta manera, nuestras mentes se vuelven más abiertas y nuestro cuidado y amor por los otros se vuelve más amplios y profundos.

Cuando nos comprometemos en la práctica en el cultivo de la compasión, empezamos a manifestar esperanza y armonizando energias en nuestras familias y comunidades. Con mentes compasivas colectivas, se genera gran esperanza y ecuanimidad, alcanzando a todos en nuestro alrededor. De esta manera, estamos contribuyendo a la mejora de nuestras familias, comunidades, sociedades y del mundo. Cultivando una mente compasiva, no sólamente realizamos nuestro deseo de objetivos espirituales y ser más felices, también llevamos alegría y paz a los demás. Profunda observación y profunda escucha conlleva comprensión. Comprender el sufrimiento de otras personas conlleva compasión. Como dije al principio, compasión es lo que se necesita más en este mundo. La compasión puede ser una solución efectiva para disolver el odio, el miedo, la desconfianza, la desesperación y el sufrimiento en el mundo. Lideremos las mujeres el camino hacia esta comprensión. 


Artículo original: “Women Being the Dharma”, publicado en la revista Chan Magazine en verano de 2008: http://chancenter.org/cmc/wp-content/uploads/2010/09/2008_summer.pdf