Conceptos y Creencias Budistas Esenciales

Por el Maestro Chan Sheng Yen

Este artículo ha sido extraído del libro del Maestro Sheng Yen Orthodox Chinese Buddhism, que escribió a principios de 1960, mientras estaba recluido en un retiro solitario. Está basado en unos escritos budistas tempranos, en especial los Āgama Sūtras y trata los temas uno a uno en un formato de preguntas y respuestas. Dado el aspecto vago y confuso del Budismo que prevalecía en la sociedad taiwanesa en aquel tiempo y que ha prevalecido durante mucho tiempo entre las personas laicas chinas corrientes, sus esfuerzos estaban dirigidos a explicar y clarificar lo que el Budismo es realmente. Debido a la recepción entusiasta que este libro recibió entre los lectores chinos, la gente sugirió que fuera traducido al inglés de modo que un mayor número de lectores pudieran disfrutar de su contenido. Además de la traducción completa del texto original, la edición inglesa (Dharma Drum Publications and North Atlantic Books, 2007) incluye nuevas anotaciones, apéndices y un glosario dirigido a los lectores occidentales. Fue traducido por Douglas Gildow y Otto Chang; editado y anotado por Douglas Gildow; consulta editorial por Wei Tan y Ernest Heau.

¿Cuál es la Doctrina Fundamental del Budismo?

Es bien sabido que hay un gran número de escrituras budistas. Así que nadie puede decir de forma definitiva qué sutra o sutras son representativas del Budismo. Por esta razón muchas escuelas de Budismo emergieron en China, cada una basada en la perspectiva de un sutra o sutras en particular o tratados.

No obstante, hay una doctrina fundamental, común a todo el Budismo (lo que Buda descubrió sobre la vida y el universo) la verdad de la aparición condicionada, también conocida como origen dependiente.

Dicho simplemente, aparición condicionada significa que las cosas se originan de causas y condiciones, o alternativamente, combinaciones de diferentes factores producen todos los fenómenos. Por ejemplo, para que un artículo se pueda escribir, llegar a las manos de un lector y ayudar al lector a comprender algo sobre Budismo, la secuencia de relaciones causales (causas y condiciones) puede parecer sencilla pero en realidad es extraordinariamente compleja. En primer lugar, un sistema de escritura debe ser desarrollado y el autor debe dominarlo. El autor debe absorber y acumular conocimiento. Además, el autor debe tener buena salud, entusiasmo y comprensión. Otros factores necesarios incluyen la manufactura y artículos de escritorio; pruebas, tipografía e imprenta; y la preparación y entrega del correo. Finalmente para satisfacer el propósito del autor al escribir el artículo, los lectores deben estar interesados, deben ser inteligentes y motivados para leer. Este ejemplo de la aparición condicionada es sólamente el más sencillo y el más obvio. Si investigamos más, veremos que cualquier relación está necesariamente conectada con otras innumerables relaciones. Esta interdependencia entre relaciones es lo que se quiere significar por “causas y condiciones”. Las cosas aparecen cuando las causas y condiciones se unen, y las cosas desaparecen cuando las causas y condiciones se dispersan. Esta es la doctrina del orígen y la extinción dependientes.

Puesto que todo en el universo aparece y desaparece de acuerdo a condiciones, todo es impermanente y constantemente cambiante; así pues, los Budistas consideran todos los fenómenos provisionales, temporales e ilusorios1. Desde una débil burbuja hasta toda la tierra o incluso las estrellas, nada es eterno. Si nada es permanente y substancial, esto prueba que todo es vacío. Esto es lo que significa cuando se dice en Budismo que todos los fenómenos son “originados de forma dependiente y por tanto vacíos de naturaleza inherente” (緣生 性空 yuánshēng xìngkōng).

A causa de esta doctrina, el Budismo es a veces conocido como “la vía de la vacuidad”. Pero muchas personas malinterpretan gravemente el verdadero significado de la vacuidad. Vacío significa que nada es fijo o sin cambio. Significa no-sustancialidad más que no-existencia. Mucha gente malinterpreta la vacuidad como significando que nada existe. Los budistas utilizan el concepto de aparición condicionada para analizar las cosas y mostrar la falta de sustancia. Por ejemplo un coche, si se analiza desde la perspectiva de un químico, ya no es un coche sino el compuesto de varios elementos y las uniones entre ellos. Visto desde su apariencia externa, un coche todavía es un coche, a menos que se haya estropeado hasta el punto de estar listo para ser reciclado en un horno de fundición.

Los budistas dicen que todo aparece de condiciones y por tanto está vacío de propia naturaleza para analizar y arrojar luz en la naturaleza esencial de las cosas. Esto nos recuerda que vivimos en un mundo de no-sustancialidad e ilusión y por tanto haremos mejor no caer cautivos de la fama transitoria, la fortuna o el deseo de objetos. Darse cuenta de esto es ver a través de la naturaleza ilusoria de los fenómenos o abandonar la codicia sin fin por la fama, la fortuna y los objetos. La existencia de los fenómenos nunca es negada. Aunque los budistas dicen que los fenómenos están desprovistos de sustancia, reconocen que sus vidas no existen fuera de los fenómenos ilusorios, ya que los no liberados del nacimiento y de la muerte todavía producen karma y reciben los resultados del karma. La fuerza kármica también es ilusoria, y aún así puede llevar a los seres a estados más elevados o menos elevados para experimentar felicidad o sufrimiento.

En este punto recordemos que las manifestaciones ilusorias y la existencia de todos los fenómenos proceden de fuerzas kármicas producidas por seres vivos. Así pues, si realizamos completamente la naturaleza condicionada y vacía de los fenómenos, no seremos atraídos y cargados por los fenómenos ilusorios, convirtiéndonos en sus esclavos. Seremos libres de aflicciones e ilusiones. Esta es la culminación de la práctica de la liberación del ciclo del nacimiento y muerte. Cualquiera que ya no esté empujado por los fenómenos externos puede parar de producir karma, que nos ata al ciclo de nacimiento y muerte.  Podemos dejar atrás el nacimiento y la muerte o podemos escoger nuestro propio nacimiento y muerte.

¿Creen los Budistas que el Ciclo de Nacimiento y Muerte es Real?

La respuesta a esta pregunta es afirmativa. De acuerdo al Budismo, excepto por aquellos que están liberados del nacimiento y muerte (tales como los arhats en el camino Nikāya) y aquellos nobles que pueden controlar su propio nacimiento y muerte (tales como los Bodhisattvas en estados avanzados en la vía Mahayana), todo ser viviente está sujeto al ciclo de nacimiento y muerte, o saṃsāra2.

El ciclo de nacimiento y muerte, en realidad incluye nacimientos ascendentes o descendentes en diferentes destinos relativamente afortunados o desafortunados, no nacimiento en un camino circular como en una rueda. Los seres vivos transmigran a través de un total de seis modos de existencia, llamados los “seis destinos” o “seis caminos” (en sánscrito ṣaḍ-gati; en chino liùqù, liùdào). Del más elevado al más bajo, estos son destinos tales como deidad, humano, asura3, animal, espíritus hambrientos, o habitantes infernales. El renacimiento en uno de estos destinos depende de nuestra adherencia o no-adherencia a los cinco preceptos y a las diez buenas acciones y de cometer o no cometer de las diez malas acciones (las opuestas a las diez buenas acciones) y de los diez crímenes atroces (matar al propio padre, madre, o un arhat); destruir la unión armoniosa de la Sanga, y derramar la sangre de un Buda). El resultado de practicar los cinco preceptos y las diez buenas acciones están clasificados en tres niveles (superior, medio e inferior) que llevan a renacer como una deidad, como un ser humano o un asura respectivamente. Las diez malas acciones y los cinco crímenes atroces son también clasificados en tres niveles de ofensa y conducen a renacer como un animal, un espíritu hambriento o un habitante de los infiernos respectivamente. Buenas acciones llevan a renacer en los tres destinos superiores, mientras que las malas acciones resultan en el nacimiento en los tres destinos inferiores. Después de haber agotado las retribuciones buenas y/o malas en una vida en particular, esta vida terminará y otro ciclo de nacimiento y muerte empezará. Esta transmigración dentro de los seis destinos, naciendo y muriendo, naciendo y muriendo otra vez, se llama el ciclo de nacimiento y muerte o saṃsāra.

Aunque los seres vivos pueden nacer en uno de estos seis destinos, los budistas creen que el buen o mal karma se realiza sobre todo en el destino humano. En otras palabras, sólo los humanos son igualmente capaces de producir nuevo karma y recibir el resultado de karmas previos; en otros destinos, los seres generalmente reciben símplemente resultados kármicos. Como las deidades o los asuras, los seres vivientes sobre todo disfrutan de recompensa kármica y no tienen tiempo para realizar nuevo karma. En los tres destinos inferiores, los seres vivos sobre todo experimentan sufrimiento y no pueden distinguir el mal del bien. Así que es solamente en el destino humano en el que podemos experimentar felicidad y sufrimiento y distinguir el bien del mal. De acuerdo con el Budismo, producir energía kármica depende de nuestro estado mental. Así, si nos falta la oportunidad o habilidad de distinguir el bien del mal, entonces no podemos producir mucha energía kármica. Así pues, el Budismo enfatiza fuertemente la responsabilidad moral de los seres humanos. Puesto que las energías kármicas son generadas principalmente por humanos, los seres que ascienden o descienden a un destino en particular, tienen todos la oportunidad de ascender o descender otra vez. No ascendemos símplemente a un destino superior y continuamos ascendiendo para siempre, ni descendemos a un destino inferior y continuamos descendiendo para siempre.

Como humanos producimos varios tipos de karma; alguno bueno, alguno malo; alguno ligero, alguno pesado. ¿Qué resultados kármicos serán experimentados primero y qué destino será el primero? Después de la muerte gravitamos hacia un destino u otro en base a tres fuerzas posibles. La primera fuerza es activada si hemos generado algún karma particularmente bueno o mala energía kármica durante nuestra vida. Si nuestro buen karma supera nuestro mal karma iremos a destinos superiores. Y en los destinos superiores, si nuestro karma para el destino celestial supera otro buen karma, renaceremos primero como una deidad. Por el contrario, si nuestro mal karma supera nuestro buen karma, renaceremos en destinos inferiores. Y si nuestro karma para el infierno supera otros karmas, renaceremos como habitantes del infierno en primer lugar4. Después de que los resultados del karma más pesado han sido experimentados, los resultados del segundo karma menos pesado serán experimentados y así sucesivamente. 

La segunda fuerza que determina el lugar de nacimiento son las tendencias habituales. Esta fuerza es predominante si no hemos realizado ningún acto bueno o malo en particular, pero hemos mantenido una costumbre especialmente fuerte. Bajo tales circunstancias, después de la muerte seremos atraídos hacia un cierto lugar basado en la costumbre. Así pues, el progreso en hacer el bien y practicar el Budismo depende mayormente de nuestro esfuerzo diario.

La tercera fuerza que determina el renacimiento es el estado mental del ser en el momento de la muerte. En ese momento, si estados negativos como el medio, la ansiedad, el deseo o las vejaciones ocupan la mente, es difícil evitar renacer en un destino inferior. Así pues, los budistas creen que cuando alguien está muriendo, los miembros de su familia no deben reaccionar exageradamente con gemidos y lágrimas. En lugar de eso, deben practicar la generosidad y cultivar méritos por la persona y dejarle saber a ella lo que están haciendo. Además, deben recordarle las buenas acciones que realizó durante su vida y hacerle sentir cómoda y deseosa de partir. También deben recitar el nombre de un Buda y ayudarle a focalizar su mente en el mérito de este Buda en particular y en la tierra pura. Si la persona no ha cometido ningúna mala conducta grave y su mente se focaliza en esos pensamientos, no renacerá en los destinos inferiores. De hecho, puesto que su mente se armoniza y es receptiva al poder de los votos de los Budas y Bodhisattvas, puede incluso renacer en la tierra pura de un Buda. Por lo tanto, los budistas aconsejan recitar el nombre de un Buda en el entorno de una persona moribunda para ayudarla a focalizar su atención en tales pensamientos.

De acuerdo con ciertas creencias populares, nos convertimos en fantasmas inmediatamente después de morir. Según la teoría budista del renacimiento, esto no es verdad. Convertirse en un fantasma hambriento es solamente uno de los seis destinos, o sea que es sólo una de seis posibilidades después de la muerte.

¿Creen los Budistas Firmemente en la Ley Kármica de Causa y Efecto?

Si, los budistas creen en la ley kármica de causa y efecto, o la ley del karma, así como creen en la verdad simple e infalible que después de comer, nuestra hambre será saciada.

La mayoría de la gente cuestiona la veracidad de la ley del karma, ya que ve las cosas solamente desde el punto de vista limitado de la vida presente. Ve las recompensas kármicas injustas y las retribuciones en esta vida: algunas personas sufren dificultades y realizan buenos actos toda su vida, sin recibir recompensa, ni siquiera una buena muerte! Otros corrompen la justicia a cambio de sobornos y cometen todas las injusticias imaginables, y no obstante viven una vida tranquila gracias a vacíos legales, disfrutando de buena fortuna y longevidad. 

No obstante, la ley del karma actúa en los tres tiempos. Además de nuestra vida presente, hemos pasado a través de innumerables vidas previas y pasaremos a través de incontables vidas en el futuro. Esta vida presente, comparada con la corriente contínua de vidas desde el pasado hasta el futuro, parece tan corta y minúscula como la duración de una chispa producida por el choque de dos piedras. Los resultados kármicos, que tienen lugar en un orden determinado por el peso y magnitud relativa de las fuerzas kármicas, puede ser llevado a cabo desde el remoto pasado hasta el presente o hasta el distante futuro. Los buenos o malos actos realizados en esta vida pueden no conllevar frutos kármicos durante esta misma vida y la felicidad o sufrimiento que uno experimenta puede no estar causado por actos realizados en esta vida. Más bien, las fuerzas kármicas generadas en vidas previas causan la mayoría de las tribulaciones de esta vida presente. De la misma forma, las consecuencias de los actos de esta vida es más probable que se resientan en vidas futuras. Si comprendemos que la ley del karma actúa en los tres tiempos, nos sentiremos más convencidos y aceptaremos su verdad.

Además, la ley del karma no es lo mismo que fatalismo o determinismo, como muchas personas imaginan erróneamente. Los budistas creen que, excepto para algún karma pesado e incambiable, las personas pueden cambiar el karma de vidas previas mediante sus esfuerzos en las vidas siguientes. Por ejemplo, si en vidas previas alguien actuó en forma que causó ser pobre en esta vida, aún puede trabajar duro y cambiar su situación financiera en esta vida. En otras palabras, causas del pasado más causas (comportamientos) en el presente determinan conjuntamente resultados en el presente. Esta es la razón por la cual la ley del karma no es fatalismo o determinismo, sino más bien cien por ciento ”esfuerzo”. Si el Budismo cayera en el cenagal del fatalismo o determinismo, entonces la teoría que los seres vivos pueden alcanzar la iluminación no podría mantenerse. Si nuestro destino ya ha sido determinado en vidas previas, ¿no habrían todos los buenos hechos, realizados en esta vida, sido en vano?

Vemos que la ley del karma no se desvía del principio de la aparición condicionada. De semillas causales sembradas en vidas previas a los frutos recogidos en esta vida, muchos factores auxiliares juegan un papel determinando los resultados. Ejemplos de estos factores auxiliares son el esfuerzo o la pereza y el buen o mal comportamiento en la vida presente. Como analogía, podemos ver que aunque el agua azucarada es básicamente dulce, si añadimos limón o café al vaso el gusto va a cambiar. 

En resumen, la ley del karma en el Budismo atraviesa los tres tiempos y así une el pasado, el presente y el futuro. En la vida presente, recibimos los efectos del karma producidos en vidas previas. Nuestro comportamiento en esta vida puede convertirse en semillas kármicas que brotarán en vidas futuras, o pueden interactuar karmas previos para producir resultados en esta vida.

El principio kármico de causa y efecto parece simple, pero en realidad no lo es. El Budismo también es así: Parece simple, pero en realidad es una religión muy sofisticada.


Título original: “Essential Buddhist Concepts and Beliefs”, publicado en la revista Chan Magazine en invierno de 2022: https://chancenter.org/download/Chan-Magazine/ChanM-Winter-2022-web.pdf 


  1. Nótese el uso especial de la palabra ilusorio aquí: no significa que los fenómenos no existen, más bien significa que los fenómenos existen de forma provisional y temporal, en una forma que normalmente no percibimos completamente. ↩︎
  2. Para evitar utilizar el término peyorativo Hīnayāna (pequeño vehículo), se utiliza el término chino xiǎoshèng fójiào 小乘佛教 generalmente traducido en este artículo como “Budismo Nikāya”, que en este nuevo uso acuñado significa Budismo que conllevó o conlleva estar centrado en los sutras tempranos que fueron organizados en colecciones llamadas nikāyas o āgamas (C. āhán). Mientras que hoy día la escuela Theravāda es la única existente representativa del Budismo Nikāya, en la India antigua habían muchas escuelas Nikāya, cada una con su propia colección de escrituras. Por tanto, el Budismo Nikāya no puede ser estrechamente identificado con la escuela Theravāda contemporánea, ni con su colección de escritos en Pali. Según esta decisión la palabra xiǎoshèng como adjetivo se traduce como Nikāya, y los seguidores de esta forma de Budismo son llamados Nikāyas. ↩︎
  3. Asura es a veces traducido como «semidiós», “titán” o incluso demonio. El Maestro Sheng Yen traduce este término con la palabra china shén 神, indicando que varios seres espirituales que no encajan en otras categorías pueden ser agrupados en la categoría asura. Cuando era preguntado sobre si los dioses populares chinos, incluyendo Guāngōng 關公, Māzǔ 媽祖, etc. están incluidos en esta categoría, el Maestro Sheng Yen respondía: “No necesariamente. El destino de los asura es para divinidades relativamente poco virtuosas; si la divinidad es altamente virtuosa, la podemos considerar como perteneciente a un destino superior, siendo una de las deidades celestiales” (entrevista del traductor, Taipei, Taiwán, 8 de April de 2002). ↩︎
  4. Dìyù 地獄 (infierno) podría también traducirse como “purgatorio o «infierno purgatorio”, ya que en algunas concepciones Cristianas la estancia en el purgatorio es temporal y tiene un efecto purificador. De la misma manera que una estancia en un infierno budista “quema” el mal karma. La palabra china dìyù consta del carácter que significa “tierra” (tì) y “prisión” (yù), y se concibe popularmente como un lugar en la tierra dónde los pecadores son castigados en entornos inhóspitos y por sádicos demonios. Decidimos traducir dìyù como “infierno” ya que es una palabra más corriente y el dìyù budista se parecen a los conceptos populares de infierno: subterráneos y llenos de tortura y demonios. En realidad, esta terminología se complica por el hecho de que en la religión popular china, como opuesta el Budismo ortodoxo, el término dìyù puede referirse 1). a una serie de tribunales subterráneos a través de los que el difunto debe pasar, o 2). los infiernos a los cuales algunos de los difuntos son asignados después de haber pasado por esos tribunales (Stephen F. Teiser, The Scripture on the Ten Kings and the Making of Purgatory in Medieval Chinese Buddhism. [Honolulu: Universidad de Hawaii Press, 1994], 3). Como lector del manuscrito Wei Ta anotó: En Budismo el infierno no es finalmente purificador. Más bien, es simplemente un lugar donde una suma de retribuciones kármicas negativas es recibido hasta ser agotado. No se sale del infierno más puro en cuanto a lo que a la mente concierne. ↩︎